lunes, 10 de mayo de 2010

Miedo a volar, miedo al amor.


Saben, vamos al grano.

Nunca había pensado tanto en esa cuestión que aqueja a muchas personas en el mundo, en diferentes maneras, pero la raíz de uno de los problemas de las relaciones humanas es: el miedo al amor.

Como el miedo a volar, el subir a un avión y sentir que en cualquier momento, una falla en el motor nos llevara a pique, para chocar sin remedio alguno contra la tierra, si el golpe no te mata, el  fuego seguramente lo hará, o chocar en el agua, donde te aguarda pacientemente un tiburón blanco, claro, el sabe que no estarás en una sola pieza, pero no le importa comer coctel de “junta millas”.

El miedo a volar es tan similar al miedo al amor.

Subir a un monstruo de acero y combustible con tal de llegar lejos, muy lejos.
Y subir a un monstruo de promesas y miradas con tal de llegar más lejos aun.

Siempre puede fallar algo, el motor o la promesa, la turbulencia o las dudas, ese piloto con el fino traje y la facha de súper héroe o ellos.

Ojala también hubieran fármacos para el miedo al amor, así como el miedo a volar, una pastilla para despertar y llegar al destino.

Al volar, sientes que la vida se te va, que no vas a llegar,  que es mejor quedarse donde estabas, sin molestar a nadie, sin que nadie te moleste, sin tener esa necesidad de verse, de hablarse, de tocarse, sin ser responsable de ambos, sin desvelarse por alguien, sin nada de engaños, sin miedo, eso es miedo al amar.

Pero si nada falla, porque en el avión, casi nunca algo falla, paisajes hermosos y encuentros únicos nos esperan, o sea, lo mismo que en el amor, si nada falla.

Pero en el amor, las cosas fallan con más frecuencia.

Yo no tengo miedo a volar ni al amor, hay personas que creen que soy un “ángel”, y esas cosas tienen alas, para ambas cuestiones.

Solo los cobardes viven siempre con los mismos miedos...

-Y como siempre, una cancion, esta vez una que me provoca ganas de llorar-























Te extraño mucho maaaa!