La noche ya no me es interesante, ya es mi casa. No olvido el suave cobijo, pero me esta sofocando en esta edad. El nocturno desde nacimiento insomnio infantil o un llamado natural, nunca lo sabré y no me importa, por que la noche ya es mía. Yo pensaba estar poseído pero el verdadero conjuro es mi nombre. Mi yugo, ahora mi espada, cercena las cortinas y faldas, las corrientes de un aire extraño que no deja de clamar por mi. La obsesión por descifrar las estrellas y el silencio, ya no la padezco. Ahora es hambre y vacío, llanto seco en el pasado, marcas en un mapa que no lleva a algún lado. Pero la noche ya no me atormenta, ahora me anima y responde, como una verdadera madre.
En el desvelo encuentro la amargura
la quietud de la cama, el murmullo citadino
me estoy muriendo, de noche es más claro
Veo los caminos, oscuros todos
prometedores, atrayentes
seductores como tus ojos
Los mismos caminos pronunciados
en el horizonte como si fueras tu,
recostada en el mundo.
Al final me invitas a recorrerte otra vez,
Espero no perderme
Tal vez este entrando en esa etapa donde tenga que tomar algo para dormir. Fármacos, alcohol o algo más… pero la finalidad de gastar ese tercio de vida en “descansar” ha seguido presente, de una manera forzada.
Hoy mi condición es emocional… estoy algo preocupado.
Columbo, mi perro, estuvo bastante dormilón y triste este día.
Lo dormilón se ve en esa bola de pelos echada boca arriba cerca de mí, vigilándome o cuidándome, o simplemente acompañándome.
Lo triste lo ve en sus ojos, cuando deja mostrar lo que le da título a esta entrada, mi regreso.
El amor animal. Esas chipas en los ojos de los que incomprendidos en sus expresiones características de raza o especie, se encienden a la mínima caricia.
Es el amor más natural que he conocido y que he sentido, pues es obvio que un animal me ha amado en la vida y que a veces los instintos vuelven al ser humano, cuando ama.
Hoy siento la conexión que presumo con la naturaleza y con Columbo, el amor por la vida y sus formas puras, no solo simios rapados lanzando caca y vistiendo marcas.
Regresare a mis instintos, al escribir y amar como un animal. Tal vez por eso no duerma.
He estado reprimido algún tiempo, de palabras y de emociones.
Resulta difícil dejarse llevar una vez más cuando apenas ves el lugar a donde se te ha llevado.
Sería más fácil , si fuera un animal.
Hoy por hoy soy nocturno, poco animal, poco inspirado.
Pero otros ojos me han dado una razón por esta noche.
Sus ojos salvajes diciendo todo lo justo en esos momentos, solo a la espera de la sonrisa humana, incomprensible pero reconfortante, él no lo sabe, pero lo siente.
Una noche con una conducta extraña está por terminar El dormir es un regalo divino en este estado Hoy la magia se ha ido, o parece una maldición La suerte no está con nosotros esta noche O al menos no conmigo
Tú… volviste a ser el misterio fascinante Pero aterrador a final de cuentas Estas cadenas que me impiden llamarte por tu nombre Fueron forjadas con mis propias manos Lágrimas y lamentos tuvieron que suceder Para verlas terminadas
La noche y tus fantasmas Me han corrompido por un momento A punto de traicionarme y dar la primera palabra sabia En la inconsciencia del deseo La verdad es que estoy desesperado por saber de ti Al menos por esta noche
Dejarás de atravesarte en la oscuridad Y de fingir esa inmaculada piel En las retorcidas imágenes Que en mi cabeza evocan el otoño Más iluminado que haya vivido
Lo dejarás de hacer en cualquier momento Pero para ambos es triste reconocer Que no será esta noche Y que mañana en el juego del olvido Disputaremos una vez más nuestros nombres
A oscuras, sin ruido, sin nada que hacer por esta necesidad ya casi natural de tener algo que funcione con energía eléctrica, analizas profundamente lo que está pasando en la oscuridad, pero no en esa que las velas tratan de sofocar.
La oscuridad interna, un enigma muy personal.
Empezando con una gran revelación –al menos para mí-:
Soy demasiado autosuficiente y eso también me ha traído problemas al contrario de lo que se pueda pensar en primera instancia. Ahora le doy la razón a mi madre –oh no…- y a muchos amigos cuando me dicen en coro: “Chuck, con que poco te conformas”.
Si, por lo regular se refieren a las mujeres y no al helado.
Y es que necesito tan poco, que me he conformado con tan poco.
Unos ojos bonitos y una buena plática podrían ser las compañeras de mi vida, un olor suave y una gran sonrisa, o hasta la sensación de ser necesario, como la pieza clave para calmar la maraña de miedos de una pequeña mujer.
Eso es muy poco en realidad, y la oscuridad me hizo comprenderlo, como la legión de voces de todas esas personas a las que realmente les importo, invadiéndome sin poder esconderme.
Y esconderse es simplemente no querer reconocer la abrumadora verdad sobre uno mismo.
Si Chuck, eres un buen tipo y cualquier mujer estaría alegre de tener alguien como tú.
Pero cuando me dijeron cualquiera, realmente me lo tome en serio.
Mi habilidad para desenmascarar a las personas antes de tiempo se ha visto varias veces abatida por mi habilidad de cerrar los ojos y dejarme llevar, por esos ojos o por ese olor.
Tal vez sea como mi espalda: un defecto de fábrica.
Pero a veces no se qué duela mas.
Solo que se la próxima vez, el check-list deberá ser un poco más extenso, no para conformarme sino para reconfortarme.
La verdad es que la vida no es tan fácil, como para sentirse bien haciéndole una llamada tierna o un poema a cualquiera.
Una más de las grandes verdades de este escritor –pésimo por cierto- descubierta por la oscuridad que habita en todas partes: