Gracias a mi juventud y supuesta belleza, decidí otra vez, abandonar esa dura cadena que es el compromiso laboral, el pasado fin de mes.
Puede sonar absurdo e inmaduro, pero porque compromiso laboral a veces significa…
Quedarte 1 hora extra en la oficina?
Quedarte 3 horas extras en la oficina?
No salir a comer?
No comer?
Comer tortas?
Comer tortas a las 12 am?
Romper compromisos con tus amigos?
Romper compromisos con tu novia!?
Dormir en un pasillo?
Extrañar a tu familia?
No dormir?
Dormir 2 horas, y soñar con códigos?
Romper una dieta? –es que estoy gordo-
…
Llegar un jueves por la mañana e irte el lunes en la noche?
Eso no es compromiso, ni profesionalismo, eso… no tiene nombre.
No se me pagaba lo suficiente como para aceptar el hecho de no dormir en mi cama, o en alguna cama, no dormir pues, no ver a mi novia, que por cierto amo como loco y extrañaba todo el tiempo, con ese dolor que siente un preso.
Así me sentía… y aun así la de recursos humanos tiene el descaro de preguntarse porque renuncio?!?!
Por eso ni un remordimiento sentí al abandonar la empresa a la que entre con grandes esperanzas, me ha defraudado como nadie, me negreo como nadie y bueno, mis jefes ni enterados.
De nuevo respiro el aire de libertad, ese que huele a la cama a las 12 pm, y a la ventana a las 2 am.
Ver a mi amada, días entre semana, sin prisa, sonriendo todo el tiempo, tomándola de la mano sin usar reloj, verla a los ojos sin ninguna distracción más que su sonrisa estallando.
Y abrir la computadora, para identificar la próxima mina donde entrare días enteros y se me quite la vida temporalmente.
Porque así es esto de los “sistemas”… nunca funcionan.